Vea esta página en: inglés (English) ¿Por qué tuvo Cristo que derramar su sangre?Muchos críticos rechazan la "teología de la sangre" de la Biblia porque la ven como un remanente de un tipo de religión primitiva muy incivilizada denominada "Religión de matadero", Algunos que se consideran a sí mismos demasiado refinados como para incluir pensamientos de sacrificios en su adoración abandonan el cristianismo bíblico. La Biblia dice muy claramente, "El alma que pecare, ésta morirá," y "La paga del pecado es muerte" (Ezequiel 18:20; Romanos 6:23 ). Dios, en su gobierno moral, ha establecido que la muerte física y eterna fuera el castigo justo por el pecado. La gente puede protestar contra el decreto Divino, creyendo que es injusto o extremo, mas sus protestas tan solo demuestran cómo el pecado les ha cegado a la verdadera naturaleza del pecado. El hecho que Dios demande un castigo tan drástico debería enseñarles, no que Dios es brutal, sino por el contrario que el pecado es atroz. Pero sin embargo Dios, en su incomparable amor por el hombre pecador, también ha decretado que la pena por el pecado pueda ser pagada por un sustituto, y el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento está basado en este principio.
Aunque algún hombre hubiera querido, no podría ofrecerse a sí mismo en pago por su pecado, porque su pecado le hubiera descartado de ser un sacrificio aceptable. Por lo tanto, el Antiguo Testamento proveyó la ofrenda de ciertos animales seleccionados cuya sangre era derramada de forma sustitutoria por los pecados de aquellos que se arrepentían y confiaban en la revelación de Dios. Todos los animales inocentes, sin mancha que llegaron a ser sacrificados en el Antiguo Testamento señalaban a aquel gran sacrificio, el sacrificio hecho por Jesucristo en la cruz del Calvario. Juan el Bautista Le presentó, diciendo "He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo " (Juan 1:29). El castigo que Dios impuso sobre el pecado es a su vez justo y compasivo, porque Dios mismo, en la Persona del Hijo, pagó ese castigo por todos aquellos que le aceptarían como su sustituto. Dios el hijo, revestido de forma humana, derramó Su sangre por el pecado del hombre, satisfaciendo por tanto toda exigencia de justicia santa. Y a través de esa sangre preciosa, Dios mostró que es a la vez "justo y el que justifica a aquel que cree en Jesús" (Romanos 3:26). La Biblia presenta al hombre no salvo como un esclavo del pecado y habla de liberarle de la misma forma que los esclavos eran redimidos en el mundo antiguo. En Cristo, "Tenemos redención a través de Su Sangre, el de pecados, de acuerdo con las riquezas de Su gracia" (Efesios 1:7 ). "No fuisteis redimidos con cosas corruptibles, como oro y plata, de vuestra vana manera de vivir… sino con la sangre preciosa de Cristo, como un Cordero sin mancha" I Pedro 1:18-19). Sin Jesucristo, todas las personas están separadas de Dios. La rebelión del pecado creó un abismo entre Dios y el hombre que es humanamente infranqueable. Pero la sangre de Cristo construyó el puente de Dios al hombre.
El pecado humano crea una contaminación del corazón que tan solo puede ser limpiada por la gracia de Dios. Y esa gracia se manifiesta en la eficacia del sacrificio de Cristo, el Apóstol Juan declara, "La sangre de, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado" (I Juan 1:7). Aunque Dios no pasará por alto el pecado, nosotros todavía podemos alegrarnos ante Su compasiva mirada por causa de la sangre de Cristo. El Apocalipsis, vislumbrando la gloria futura nos presenta este relato:
La Biblia enfatiza la sangre de Cristo porque únicamente en Su sacrificio podemos hallar perdón, limpieza, reconciliación, salvación y gloria! ¿Tenía Cristo realmente que morir para que Dios pudiera perdonar los pecados?A primera vista, parece que un Dios que ama hombres y mujeres pecadores tanto como para salvarlos podría concebir un plan de salvación que no incluyera la muerte de Su Hijo amado. ¿Es Dios irrazonablemente vengativo al exigir que se haga un pago por el pecado? ¿No podría Él perdonarnos sin exigir que se pagara ningún precio? Estas preguntas sondean la naturaleza misma de Dios, aunque no podemos entender completamente las perfecciones infinitas de Dios, La Biblia nos revela bastante respecto a Su carácter para darnos una respuesta (Job 11:7; Deuteronomio 29:29). Al mismo tiempo que la Biblia afirma "Dios es amor" (I Juan 4:8, 16), no presenta al amor como el único atributo de Dios. En la Escritura se presenta a Dios como eminentemente santo (Salmo 99:9; Isaías 5:16) - santo en carácter (Salmo 22:3; Juan 17:11), santo en nombre (Isaías 57:15; Lucas 1:49), santo en obras (Salmo 145:17), santo en su reino (Salmo 47:8). La razón por la cual los cristianos pueden confiar en las promesa de Dios es porque Él las ha ratificado con Su santidad (Salmo 89:35). La solución al supuesto conflicto entre el amor de Dios y Su ira reside únicamente en Su santidad. El mismo Dios puede demostrar tanto amor como ira porque Él es en primer lugar santo. Los ángeles que están alrededor del trono de Dios no cantan "Amor, Amor, Amor," ni "Ira, Ira, Ira," sino, "Santo, Santo, Santo" (Isaías 6:3, Apocalipsis 4:8). La santidad de Dios comporta una separación estricta entre el pecado y la justicia perfecta cuando ésta trata con el pecado de Sus criaturas. Si Dios violara este atributo básico, Su perdón sería prácticamente inútil. ¿Qué valor tiene el perdón de alguien que no tiene criterios? El concepto de salvación no tiene sentido a menos que se empiece con la santidad de Dios. En consecuencia, el pecado no es ninguna nadería, que pueda ser despachada a la ligera u oportunamente ignorada. La existencia del pecado requería alguna respuesta. El Apóstol Pablo trató este problema en Romanos 3:21-26, y muestra cómo Dios puede ser a la vez "justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús" (3:26). El principal énfasis de este pasaje es el justicia de Dios, mencionada en los versículos 21, 22, 25 y 26. Dado que la santidad de Dios permanece como una parte de Su carácter, Él no pasará por alto la rebelión del pecado. Sin embargo, la justicia y la misericordia se combinan en el plan de Dios para los hombres, para proveer la "justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo para todo aquel que cree" (3:22). Dios no tiene que violar Su santidad para proveer salvación, porque Dios el Hijo provee "una propiciación en Su sangre" para aquellos que creen (3:25). "Propiciación" se refiere a la satisfacción de la justicia divina y surge de la práctica de ungir con sangre sacrificial el asiento de la misericordia en el Arca de la Alianza en el Antiguo Testamento. Esta aplicación de la sangre simboliza la muerte de un sustituto como un castigo por romper la ley de Dios. Jesucristo se hizo nuestro Sustituto, "Porque la paga del pecado es muerte; mas el regalo (gratuito) de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:23). Jesús sufrió en la cruz, y el Apóstol explica el sufrimiento, diciendo, "Esto fue para demostrar Su justicia; por causa de la paciencia de Dios, Él pasó por alto los pecados anteriormente cometidos" ( Romanos 3:25). Dios había perdonado los pecados de los creyentes del Antiguo Testamento en base al sacrificio futuro de Cristo, de la misma forma que Él hoy perdona en base al sacrificio pasado de Cristo, realizado una vez por todas (Hebreos 10:12 ). Y en todo ello, Dios permanece santo. El centro de las enseñanzas evangelísticas de Pablo en Tesalónica fue que "Cristo tenía que sufrir y resucitar de nuevo de los muertos" (Hechos 17:3). la muerte de Cristo no era opcional, porque era crucial para el plan de la salvación Divino. Ha surgido cierta confusión causada por la falsa noción de que Dios el Padre no debe haber amando a Cristo dado que exigió que Él muriera antes de conceder el perdón a hombres y mujeres pecadores. Esto ignora la clara enseñanza de la Escritura según la cual Jesucristo era Dios el Hijo, y, como igual en toda perfección con Dios Padre, coincidió en el plan de la redención. En la víspera de Su crucifixión, Jesús oró, "Padre, la hora ha llegado, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo pueda glorificarte a ti" (Juan 17:1). Hebreos 12:2 muestra que Jesús soportó la cruz y despreció su vergüenza por causa del "gozo puesto ante Él." Aunque algunos equivocadamente presentan a Cristo yendo a la cruz protestando contra el Padre cruel la Escritura muestra al Padre y al Hijo en perfecta armonía durante la redención. La santidad y justicia de Dios son partes inmutables de Su carácter, Dios ejerce la justicia sobre el pecado como Aquél que es soberano en Su reino moral. Y al mismo tiempo, Él mismo ha cumplido ese justo castigo en la persona de Su Hijo de modo que, sin violar su naturaleza Santa, garantiza perdón y justificación para todos los que creen. Autores: Henry Morris y Martin Clark extraído de The Bible Has the Answer, publicado por Master Books, 1987. Usado con permiso. “La pascua no es principalmente una satisfacción, sino un reto,” escribió J.N.D. Anderson, Decano del School of Law de la University of London.
La Resurrección de Jesucristo no es una simple curiosidad histórica, sino un evento de enormes consecuencias para usted. De acuerdo con Romanos 1:4, la resurrección de Jesús confirma las elevadas afirmaciones (in English) de La Biblia sobre Él, y que tan sólo Él es el camino al cielo.
La resurrección de Cristo garantiza que habrá un Juicio Final (Hechos 17:31), y que hay un cielo y un infierno (Apocalipsis 1:18). Y sin embargo este Cristo resucitado ofrece el perdón de los pecados y salvación eterna a todo aquel que cree en Él (Juan 11:25,6, Romanos 4:24,25). Todo el mundo se ve inevitablemente afectado por estas implicaciones. ¿Su decisión? ¿Un nuevo principio?Por lo tanto usted no puede permanecer indiferente ante Jesús y Sus afirmaciones sobre usted. Aunque muchas personas en la actualidad se muestran indiferentes ante estos temas, eludirle no es una alternativa honesta. La creciente evidencia en apoyo de Sus afirmaciones exige nuestra atenta consideración! Y esta consideración se requiere no tan solo de nuestro intelecto, sino de la totalidad de nuestro ser! Porque Aquel que está "Vivo por siempre" (Apocalipsis 1:18) dice,
Por “puerta” se entiende el acceso a su corazón, mente, y voluntad. Jesús desea entrada a nuestra vida para poder ser su Salvador y Señor. Por tanto "Hoy… no endurezcáis vuestros corazones" (Hebreos 4:7). Más bien, ábrale su corazón a Él, y deje entrar a Aquel que murió y resucitó por usted! ¿Es Jesucristo la respuesta a sus preguntas? Referencias y notas
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